El gobierno del presidente Donald Trump no tardó en declarar su entusiasta respaldo el martes al intento de la oposición de Venezuela de provocar un alzamiento contra el mandatario Nicolás Maduro, con la esperanza de que haya acciones decisivas en una crisis política que azota a la nación sudamericana.
Horas después, Trump amenazó con nuevas sanciones y con un “completo y total embargo” contra Cuba si sus tropas no cesan operaciones en Venezuela.
El asesor de Seguridad Nacional John Bolton alegó previamente que las tropas cubanas mantenían a Maduro en el poder en Caracas.
El gobierno de Estados Unidos afirma que hay unos 20,000 efectivos y agentes cubanos trabajando en Venezuela para respaldar al gobierno de Maduro. Cuba niega que sea así y señala que la mayoría de esas personas son trabajadores médicos cuyos pagos forman parte importante de los ingresos de la isla por servicios.
En La Habana, la reacción fue inmediata.
“No hay operaciones militares ni tropas cubanas en Venezuela. Llamamos a la comunidad internacional a detener peligrosa escalada agresiva y preservar la paz. Basta ya de mentiras”, escribió el martes por la noche en su cuenta de Twitter el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel.
Mientras, el canciller Bruno Rodríguez acusó a Bolton de ser un “mentiroso patológico” y reiteró que los colaboradores cubanos en Venezuela son principalmente médicos.
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Trump y altos funcionarios en política exterior de su gobierno comentaron durante toda la jornada, y describieron las acciones que encabezan el presidente interino Juan Guaidó y el líder opositor Leopoldo López como un paso hacia la restauración de la democracia, no como un intento golpista similar a las breves acciones para derrocar al entonces mandatario Hugo Chávez en 2002, y que parecían contar con apoyo de Estados Unidos.
“¡Estamos con ustedes!”, tuiteó el vicepresidente Mike Pence a la oposición. Pence, quien ha tenido un papel protagónico en las labores del gobierno para persuadir a Maduro de que dimita, le dijo al grupo opositor: “Estados Unidos estará con ustedes hasta que se restauren la libertad y la democracia”.
De igual forma, el mismo Trump escribió en Twitter que monitorea la situación y que “¡Estados Unidos está con el pueblo venezolano y su libertad!”.
López, el activista opositor más importante del país, ha estado bajo arresto domiciliario, y su aparición repentina daría la impresión de que cuenta con la cooperación de las tropas que lo resguardan. Sin embargo, por la tarde del martes, él y su familia se refugiaron en la embajada de Chile en Caracas, una desalentadora señal para los simpatizantes del levantamiento.
Bolton comentó que era un “momento muy delicado” para Venezuela.
“Si este esfuerzo falla, se hundirán en una dictadura de la que hay muy pocas alternativas posibles”, declaró desde la Casa Blanca.
El respaldo incondicional a la rebelión refleja los objetivos de un gobierno que desde sus primeros días ha buscado la salida de Maduro. Pero también fue un inusual apoyo abierto de cualquier gobierno a una protesta masiva que tomaba tintes violentos.
“Es más que un apoyo. Están colaborando de manera activa”, dijo Mark Weisbrot, codirector del Centro de Investigación Económica y Política en Washington, y quien ha hecho un llamado a un fin negociado de la crisis política.
Estados Unidos y alrededor de otras 50 naciones sostienen la postura de que la reelección de Maduro del año pasado quedó manchada de forma irrevocable por el fraude y que no es el mandatario legítimo de Venezuela, un país que cuenta con las mayores reservas comprobables de petróleo en el mundo y que gozara de gran prosperidad en otras épocas.
En enero, el gobierno estadounidense dio un inusual paso al reconocer a Guaidó, el líder opositor de la Asamblea Nacional, como presidente interino. También impuso agobiantes sanciones al sector petrolero del país, profundizando la crisis económica en Venezuela.
A pesar de esas y otras medidas, Maduro, seleccionado por su predecesor Chávez, se mantiene en el poder con el apoyo de los servicios de seguridad.
Ese apoyo parecía tambalearse el martes con el lanzamiento de lo que la oposición describió como la “Operación Libertad”, que comenzó a primeras horas de la mañana con la difusión de un video en el que Guaidó y López aparecen junto a una docena de miembros de la Guardia Nacional, exhortando a la gente a “cubrir las calles”.
“Lo que vemos hoy en Venezuela es la voluntad del pueblo para cambiar de manera pacífica el curso de su país, de la desolación a la libertad y la democracia”, dijo el secretario de Estado Mike Pompeo en un tuit. “Estados Unidos está con ellos”.
En entrevistas con medios y en un discurso más tarde el martes, Pompeo señaló que Maduro estuvo a punto de salir del país en avión pero los rusos lo convencieron para quedarse. El secretario de Estado no proporcionó evidencias para respaldar una afirmación que el propio Maduro ridiculizó señalando “señor Pompeo, que falta de seriedad”.
Sin embargo, el gobierno de Trump fue tomado ligeramente por sorpresa por la decisión de Guaidó de iniciar su campaña el martes. Elliott Abrams, representante especial para Venezuela, dijo que la Casa Blanca esperaba importantes marchas y protestas para el miércoles, Día del Trabajo.
En un momento dado después de eso, Abrams dijo que los funcionarios estadounidenses fueron llevados a creer que el magistrado presidente de la Corte Suprema, el ministro de Defensa y el jefe de la guardia presidencial declararían su apoyo a la Constitución y, por lo tanto, renunciarían al liderazgo de Maduro.
Abrams dijo que los funcionarios federales creían que estas medidas galvanizarían el respaldo público a favor de Guaidó.
“Se nos dijo que lo que iba a suceder es que anunciarían su respaldo a la Constitución”, señaló desde el Departamento de Estado.
No fue lo que ocurrió y Abrams indicó que “la situación en tierra sigue siendo confusa”. Sin embargo, destacó que había intercambiado mensajes de texto con Guaidó a media tarde y que el líder opositor parecía “optimista y determinado”.
Bolton señaló que aún podría haber una transición pacífica de poderes de Maduro a Guaidó si “suficientes funcionarios se distancian del régimen y apoyan a la oposición”.
Estados Unidos ha quedado en vergüenza en otras ocasiones por actuar demasiado pronto. En abril de 2002, un empresario que tuvo repetidos encuentros con funcionarios estadounidenses, organizó un golpe de Estado en contra de Chávez. Mientras otros países del hemisferio criticaron las acciones, el gobierno del entonces presidente George W. Bush reconoció al nuevo gobierno. Tuvo que retractarse después de que la rebelión fuera neutralizada.
Funcionarios del gobierno de Trump intentaron diferenciar las dos situaciones. El jefe de despacho interino de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, dijo en conferencia de prensa desde California que Estados Unidos considera a Guaidó, y no a Maduro, como líder legitimo del país en apego a la Constitución venezolana. “Muy importante, no consideramos que este sea un golpe”, insistió.
Sin embargo, Abrams aún tiene sus dudas sobre el desenlace del intento de Guaidó.
“Esto es lo que sabemos: Al final del día, Juan Guaidó seguirá siendo el presidente encargado legítimo de Venezuela, Estados Unidos seguirá respaldándolo”, comentó. “El régimen de Maduro, mientras exista, seguirá siendo ilegítimo y absolutamente incapaz de resolver los problemas del pueblo venezolano”.