El Congreso federal aprobó el miércoles un proyecto de ley que prohibiría las peleas de gallos en territorios estadounidenses, incluido Puerto Rico y las Islas Vírgenes de Estados Unidos, poniendo fin a una práctica que data de la época colonial y que genera millones de dólares cada año.
Los opositores de la iniciativa aprobada por la Cámara de Representantes dijeron que tendrá un efecto devastador en las economías de las islas y destacaron que tan sólo en Puerto Rico la industria de las peleas de gallos genera unos $18 millones al año y da empleo a unas 27,000 personas.
“Nos estamos volviendo locos. Está todo el mundo desesperado”, dijo Ángel Ortiz, de 86 años y dueño de un redondel en la ciudad de Bayamón. “Hay mucha gente que vive del deporte de los gallos”.
El gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, viajó a Washington para exigir que se excluyera a la isla de la iniciativa, pero llegó demasiado tarde. Los legisladores adelantaron inesperadamente la votación y aprobaron el proyecto de ley, que ya recibió el visto bueno en el Senado.
Las peleas de gallos en Puerto Rico se reconocieron oficialmente en 1770, pero la práctica fue prohibida después de que Estados Unidos invadiera la isla en 1898. No fue hasta 1933 que se declaró un deporte oficial y se llegó a conocer como el “deporte de los caballeros” por su sistema de apuestas basado en el honor.
En octubre de 2010, los legisladores de Puerto Rico votaron a favor de una resolución que protegería a las peleas de gallos, afirmando que es parte integral del folclor y patrimonio de la isla. Los funcionarios advirtieron que la prohibición generaría desempleo en una isla que lleva 12 años en recesión.
“Es un pilar cultural y económico para los puertorriqueños”, dijo el secretario de Asuntos Públicos Ramón Rosario. “Además de su valor cultural, la industria gallística es la única fuente de sustento de miles de familias puertorriqueñas”.
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Algunos opositores niegan que las peleas de gallos tengan algún valor cultural.
Ashley Byrne, directora asociada de PETA, dijo en entrevista telefónica que la ley estaba pendiente desde hace tiempo y ayudará a proteger a los animales.
“El dinero y la tradición nunca son una excusa para la crueldad”, dijo. “Necesitamos asegurar que los negocios se mantienen al día con nuestra ética”.
Agregó que la mayoría de la gente estaría impactada de enterarse que las peleas de gallos seguían siendo legales en los territorios estadounidenses.
“En una sociedad moderna, obligar a animales a luchar por su vida es cruel”, dijo. “Las peleas de gallos son un horrible deporte sangriento”.
Muchos en Puerto Rico se entristecieron por la prohibición, que se espera que entre en vigor en un año.
Miguel Trinidad, quien es dueño de un redondel en la ciudad norteña de Caimito, dijo que estaba anonadado por el voto. Recientemente invirtió 50,000 dólares en efectivo para reconstruir su negocio después del huracán María.
“Ahora dicen que lo van a cerrar”, dijo con un suspiro, contando que su padre abrió el negocio hace 50 años. “Me da mucho sentimiento”.
Los partidarios dicen que mucha gente más allá de los dueños de los redondeles se verá afectada. Señalan que miles de personas son contratadas para criar a los animales, esquilarlos, alimentarlos y cuidarlos.
Pedro Casillas, administrador de una tienda de alimentos en Bayamón, dijo que teme tener que despedir a empleados y posiblemente cerrar su negocio.
“La comida de gallos es lo que más se vende”, dijo. “Representa tres cuartos de los que se vende”.
Sin embargo, Casillas y Ortiz también piensan que la ley no tendrá éxito porque la prohibición sólo hará que las peleas de gallos se vuelvan clandestinas.